La trampa del sistema mundanal

publicado en: Blog | 0

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.  Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.  Y el mundo pasa, y sus deseos…” (1Jn.2:15-17)

Cuando en la Biblia se habla de los tres enemigos del cristiano, que son: Satanás, el Mundo y la Carne. “El Mundo” se refiere al sistema construido por la iniciativa de Satanás y la decidida participación orgullosa y egoísta del ser humano, que dan como resultado un ambiente propicio para el pecado. Es por esto que el Apóstol Juan dice: No amen al mundo ni nada de lo que hay en él, porque lo que hay en él son los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida. Sin embargo una vez que cedemos a las tentaciones del mundo, nos quedamos atrapados en él, y muchos por la gracia de Dios llegan a descubrir que aman profundamente el pecado, pero que al mismo tiempo maldicen ese amor que tienen por él, al darse cuenta como el pecado les destruye.

El Señor Jesucristo nos cuenta en la parábola del “hijo pródigo” (Lc. 15: 11-32) que el hijo menor fue seducido por el mundo, al punto de pedirle anticipadamente a su padre la herencia, de tal forma que lo pueda disfrutar al máximo. Y en verdad así lo hizo, y por mucho tiempo quedo atrapado en el placer. Sin embargo por la herencia de un hogar saludable, pudo darse cuenta que el pecado lo estaba destruyendo, y un día volviendo en sí, se dijo a sí mismo: “Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros”.

El “mundo” ha tejido una red tan apetitosa para atraparte a tal punto, que pocos se salen de ella. ¿Estás tú consciente de esto?