La institucionalidad de la familia.

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Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. (Ro. 13:1)

Hemos dicho en el artículo anterior que Dios estableció la familia, la iglesia y el gobierno civil, para El gobernar a través de estas instituciones. Y gobierna cuando cada una toma la autoridad que le fue otorgada dentro de su campo, y al mismo tiempo apoya el campo del otro. Por ejemplo cuando el gobierno civil exalta la institucionalidad de la familia, está apoyando el campo específico de esta.

En cada nación el gobierno civil otorga a sus ciudadanos de libertades, y esa libertad les da el derecho de exigir del Estado un trato igualitario para la homosexualidad, como para la heterosexualidad, pero al mismo tiempo, si un Gobierno actúa sobre los escolares presentándoles las relaciones homosexuales como de igual valor que las heterosexuales, está engañando e induciendo a corrupción a los más jóvenes. Es por esto que el Estado debe enseñar primeramente que la relación heterosexual responde a los mecanismos biológicos humanos, aptos para la transmisión de la vida y para la acogida y desarrollo de esa vida. También debe enseñar que la relación homosexual, con independencia de su significado moral, no aporta al conjunto de la sociedad los bienes específicos que trae consigo el matrimonio entre un hombre y una mujer, ya que la procreación no solo da lugar a la sustitución generacional, que posibilita la supervivencia de la sociedad, sino además promueve la solidaridad inter generacional en el que se fundamenta el bienestar social. Además también la heterosexualidad conduce de modo natural a la tarea educativa, prolongando la misión propia de los padres. En consecuencia, debe enseñar que la relación heterosexual es el ámbito natural para la creación de la familia.

En toda sociedad civilizada la familia es un bien social, pues otorga una estabilidad a las relaciones personales que con frecuencia la relación homosexual no consigue. Además, al generar nuevas vidas humanas en un ámbito adecuado y acogedor, la familia aporta un bien insustituible que hace al matrimonio acreedor a una protección jurídica específica.