Lidiando con la tentación

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“Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió”. Gén 39.12
Este versículo nos narra parte de la historia de José y la manera en que encaró la tentación sexual. ¿Cuántos de nosotros hombres y mujeres pudiéramos realmente salir victoriosos de una tentación tan fuerte como esta, cuando en verdad ni siquiera podemos salir victoriosos de cosas más pequeñas como dejar de ver novelas, o mirar a una mujer codiciosamente cuando pasa por la calle? Gracias a Dios, aquí José nos demuestra que es posible superar la tentación aun cuando esta sea muy grande y continua. ¿Cómo? Primero, teniendo las prioridades en su lugar. Para José la prioridad era Dios y sus mandatos. José sabía que el adulterio no era lo que Dios quería y por lo tanto nunca lo haría. Segundo, José sabía que en Dios tenía la fuerza suficiente para superar cualquier tentación y no se sentía derrotado antes de la pelea, o víctima de las circunstancias que lo rodeaban. Tercero, José sabía que la manera más eficaz de lidiar y superar la tentación era huyendo de ella y no quedándose a ver si es que era lo suficientemente fuerte como para superarla, eso es necedad y no sabiduría. Estos tres principios son aplicables todavía nuestros días, en los que el marketing nos ha hecho pensar que si no satisfacemos este o ese placer no estamos viviendo de verdad. Eso es por supuesto, necedad y no sabiduría. Así que, si el placer que estamos satisfaciendo no está de acuerdo con los mandatos divinos es hora de seguir el ejemplo de José, conoce tus prioridades, conoce el poder que tienes en Dios para obtener la victoria, y finalmente huye. Aquel que no encuentra victoria en la tentación no es porque no puede o le falta algo, es más bien porque no quiere o ignora la solución bíblica en cuanto a este asunto.