arl Sagan en su programa “El Cosmos” solía decir “El Cosmos es todo lo que existe, ha existido y existirá. Somos en el sentido más profundo, hijos del cosmos.”
Resulta irónico que aquellos que rechazan la religión e insisten en que son científicos, terminan promoviendo algo que sólo puede llamarse religión. Como sabemos la religión del progreso a través de la ciencia, tomó su mayor impulso luego de que Charles Darwin publicara la teoría de la evolución por selección natural, y de esto se desencadenó la idea de que una nueva aristocracia de inteligencia científica crearía un mundo mejor, manejado por expertos científicos. Por ejemplo, tras los avances en la investigación genética, hay quienes plantean que la ciencia genética finalmente desarrollará súper genes, para producir seres humanos con súper inteligencia y fuerza. Pero frente a esto, la realidad nos muestra que el sólo intento de reconstruir la raza humana genéticamente le quitará a las personas su dignidad, ya que tener un hijo sería como comprar un producto, que si no resulta lo que los padres esperaban, lo desecharán como se hace con un producto que no cumple las expectativas.
Pero lo peligroso de todo esto, es que dentro de este optimismo científico se asegura que los problemas de la humanidad no son resultado de elecciones morales equivocadas, sino de falta de conocimiento. Sin embargo la historia nos ofrece evidencia de que el conocimiento por sí solo, no salvará a la humanidad; ya que al mirar a los “Hitlers y los Stalins” de la historia, reconocemos que el problema principal de la humanidad, es la maldad del corazon. La mayor y mejor tecnología sólo da mayores y mejores medios para realizar acciones buenas o malas.
La ciencia es una herramienta maravillosa para investigar el mundo que Dios creo, pero no puede resolver el dilema humano ni dar esperanza y sentido a la vida.