Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. (Gn. 2:24)
La idea cristiana del matrimonio está basada en las palabras de Cristo de que un hombre y una mujer han de ser considerados como un único organismo, ya que eso es lo que las palabras «una sola carne» significan en lenguaje moderno. Y los cristianos creemos que cuando Cristo dijo esto no estaba expresando un sentimiento, sino estableciendo un hecho, del mismo modo que uno establece un hecho cuando dice que una cerradura y su llave son un solo mecanismo, o que un violín y su arco son un solo instrumento musical. El inventor de la máquina humana nos está diciendo que sus dos mitades, la masculina y la femenina, están hechas para combinarse entre sí, no simplemente en el nivel sexual, sino combinarse en todas sus áreas. La monstruosidad de la unión sexual fuera del matrimonio es que aquellos que la practican están aislando la unión sexual de las otras áreas que componen la felicidad conyugal.
De la misma manera el cristianismo enseña que el matrimonio es para toda la vida y que el divorcio rompe con el proceso de alcanzar la verdadera unión conyugal, llamada también “una sola carne”, o “verdadera felicidad”. En verdad el divorcio es algo parecido a seccionar un cuerpo vivo, y a pesar de esto, la Biblia tiene una salvedad para casos extremos, pero por lo general no aprueba en absoluto, ya que destruye por completo la gran meta de la unidad, por cuanto unirse a dos personas (una después de otra) es una tarea tan difícil y penosa. El divorcio se parece más a cortarle las piernas a una persona que a disolver una sociedad de negocios, por lo que el enfoque moderno de que se trata de un simple reajuste de parejas, que se puede hacer cuando marido y mujer creen que ya no están enamorados o cuando uno de los dos se enamora de un tercero es tan trágico como la muerte misma.