Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. (Sal. 19:1)
Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, (Ro. 1:19-22)
La creación saca a la luz las cualidades de Dios como: Su eterno poder, Su perfección, Su dominio y Su capacidad para sostener el universo, tal como lo expresan los textos citados. Y no puede ser de otra manera ya que al observar el orden y la belleza de lo creado, como deducción lógica llegamos a entender las capacidades del Creador, de la misma manera que una pintura describe a su pintor.
Sin embargo, nunca en la historia de la humanidad se ha dejado de dar la gloria a Dios por Su creación como en los tiempos actuales. Si bien es cierto que muchas civilizaciones del pasado adoraban a la creación en vez de al Creador, pero en parte se entendía aquello debido a la falta del conocimiento Bíblico. Pero hoy después de 20 siglos de Cristianismo, no es concebible que se siga adorando a la Pacha mama, considerándola una divinidad al seguir entregándola ofrendas con la intención que “ella” nos devuelva “bendiciones”. Es por esto que es inminente sacar a la luz la respuesta a esta realidad, y el texto de hoy es contundente con la respuesta, cuando nos dice que: “habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido”. Y es que la cultura occidental ha dejado de glorificarle y de darle gracias a Dios por Su creación, por cuanto “profesando ser sabios, se hicieron necios”