Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1.13, 17)
Dios no es papá Noel, pero le encanta dar dádivas o regalos a sus hijos y no solo en navidad sino continuamente. Mucha gente cree que Dios es un Dios tacaño y amargado, y que cuando se le ocurre darnos algo, tenemos que estar callados y disfrutarlo en secreto. Esto por supuesto, no puede estar más alejado de la realidad del Dios de la Biblia. La Biblia nos enseña que es bueno comer, beber y gozar de todo lo que hemos trabajado seamos pobres o ricos. Asimismo, a todo el que disfruta de riquezas o abundancia Dios le dice que goce de todo esto y lo disfrute. (Ecle 5.18–19). Con todo esto Dios no está animándonos a derrochar el dinero, sino más bien a disfrutar al máximo cada una de las dádivas celestiales que nos ha dado, sin importar la condición económica que tengamos. Dar es parte de corazón de Dios, y disfrutarlo es parte de nuestra adoración hacia él. Sin embargo, existen tres riesgos que Dios corre al ser tan bueno con cada uno de nosotros. Primero, corre el riesgo de que no notemos sus regalos. Por ejemplo es solo hecho de poder leer estas palabras, el poder respirar, sonreír, tener un amigo, tener pan diario etc. son cosas que las pasamos por alto diariamente, pero que son un regalo que viene de Dios. El segundo riesgo que Dios corre al darnos dádivas es que nos fijemos más en el regalo y no en el Dador del regalo. El tercer riesgo es que con el tiempo nos olvidemos de la dádiva y el Dador del regalo. Esta mañana Santiago nos recuerda que…“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces”…es decir que hay una conexión directa entre el regalo y el Dador del regalo, y que por ninguna razón deberíamos olvidar el uno o el otro. Así que esta mañana es un buen momento para tomarnos un tiempo y recordar todos esos regalos con los que Dios nos provee diariamente y tratar de disfrutarlos máximo, pero también, es un buen momento para recordar que no solo la dadiva es importante, sino también al Dador de la misma.