El Señor ha enviado su palabra; la ha enviado contra Jacob, ¡ya cae sobre Israel!… todos los que dicen con orgullo y con altivez de corazón: 0 «Si se caen los ladrillos, reconstruiremos con piedra tallada; si se caen las vigas de higuera, las repondremos con vigas de cedro.» (Is. 9:8-10)
Israel es el vivo ejemplo de una nación que en muchas ocasiones no entendió las amonestaciones del Señor, tal como lo vemos en este texto, en el cual se muestran autosuficientes frente a las tragedias al decir: «Si se caen los ladrillos, reconstruiremos con piedra tallada; y si se caen las vigas de higuera, las repondremos con vigas de cedro.» De igual manera, nosotros también podemos expresar con autosuficiencia y aunque no con poco sentido común, “De ahora en adelante construiremos casas antisísmicas y enfrentaremos los fenómenos naturales”, y lo expresaremos sin ni siquiera preguntarnos si hay Alguien más atrás de los accidentes.
Por lo tanto para ir más allá de los hechos debemos preguntarnos: ¿Tuvo algo que ver Dios con la tragedia que estamos atravesando?, ¿Puede Dios quitar Su protección a las naciones? Y si las respuestas a estas preguntas son afirmativas, entonces debemos preguntarnos también ¿Cuál sería Su propósito al quitarnos Su protección? Ahora bien, la historia de Israel, como también la historia de otras naciones nos revelan los propósitos de Dios al permitir las tragedias, y en estos casos vemos con claridad que se trata de Su amante amonestación, y digo Su amante amonestación, por cuanto quiere que despertemos de una clase de vida que va lentamente al sin sentido de la existencia y a la carencia de esperanza; porque lo único que cuenta es el placer temporal, en donde el hombre no tiene trascendencia.
Vivir ignorando la realidad de Dios, es dar rienda suelta a una vida libertina, en donde la felicidad es únicamente sinónimo de placer, y mas no de virtud. En una sociedad que ignora a Dios ya no se llama al pecado por su nombre y por lo tanto se aprueba todo estilo de vida.