“Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí”
Mateo 1.5
Este versículo es parte de la genealogía de nuestro Señor Jesús la cual lo conecta directamente con la ramera Rahab. Por su puesto la pregunta que todos nos hacemos en este punto es ¿Por qué Dios permitiría algo así Y la única respuesta que podemos encontrar en la Biblia es que Dios permitió todo esto y más, por amor.
Solo el verdadero amor el cual por supuesto viene de Dios, podría haber soportado tal humillación, vergüenza e insulto. No así, el amor romántico, superficial, juvenil y pasajero que ahora encontramos en medio de nuestra sociedad. Este amor “romántico y juvenil” es bueno para otra cosa, pero no para aguantar tanta humillación. Fran Lebowitz escribe con respecto a esta clase de amor: “el amor romántico es una enfermedad mental, pero una enfermedad placentera. De hecho es una droga que distorsiona la realidad, y eso es bueno, de otra manera sería imposible enamorarse de alguien, a quien podemos ver con claridad.” Esto es “amor” romántico y juvenil, pero no es verdadero amor en toda su magnitud como Dios nos ha mostrado a través de su Hijo. El verdadero amor es más que un sentimiento, es entrega, sacrificio y lealtad por el bien del ser amado. Es por esto que la Biblia dice que, “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Dios nos muestra su amor para con nosotros, enviando a su hijo a través de una genealogía imperfecta, y permitiendo su crucifixión y humillación. En esta semana santa, y cualquier otro día que te preguntes ¿Qué es amar de verdad? Mira a la cruz de Cristo. Allí no encontraras un amor romántico o mariposas en el estómago, sino un amor que soporta el dolor, el sufrimiento la humillación e incluso la muerte, por causa del objeto amado que en este caso somos, tú y yo.