Lo que significa amar a Jesús

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 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. (Lc. 14:26)

En este versículo no hay ninguna discusión ni presión de parte de Jesús para seguirlo. Sencillamente dice: «Si quieres ser mí discípulo, debes consagrarte únicamente a mí». El discipulado se basa únicamente en la consagración a Jesucristo, no en la adhesión a una creencia o doctrina, como tampoco en convertir a la gente a nuestra manera de pensar, sino en pastorear sus ovejas alimentándolas en el conocimiento de Él.

Amar a Jesús significa ponerle a Él en primer lugar, serle leal por sobre todas nuestras relaciones personales, y estar adheridos a El antes que a Su causa. Actualmente hemos sustituido nuestra lealtad a un conjunto de creencias antes que a Jesucristo y esta es la razón por la que tantos están consagrados a diferentes causas y muy pocos a Jesucristo. La gente no quiere consagrarse a Jesús, sino a un activismo religioso alrededor de Su causa. Jesucristo resulta ser profundamente ofensivo para las mentes educadas de hoy en día, ya que solamente desean que Él sea su amigo, y más no el Señor de sus vidas.

En la vida de nuestro Señor vemos la lealtad suprema a Su Padre, ya que por encima de todo nuestro Señor obedeció la voluntad de su Padre y no la tarea de suplir las necesidades de la gente. La salvación de las personas fue el resultado natural de su obediencia al Padre.

De la misma manera nosotros debemos estar consagrados al Señor más que a Su causa, ya que si estamos consagrados a la causa de la humanidad, pronto nos cansaremos y llegaremos al punto donde nuestro amor vacilará y tropezará. Pero si amamos a Jesucristo de una forma personal y apasionada, serviremos a la humanidad aunque los hombres nos traten como un tapete donde se limpian los zapatos. El secreto en la vida de un discípulo es su devoción a Jesucristo.