“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” Mateo 5.4
Todas las personas sufren, y no importa cuál sea su estatus social, económico, político, o espiritual, todos enfrentamos el dolor cara a cara en diferentes maneras e intensidad. Todos sufrimos en este mundo, pero Jesús nos dice que aquellos que son sus discípulos recibirán consolación, no así aquellos que no son sus seguidores. Ellos, trataran de encontrar consolación a sus penas y sufrimientos en las drogas, el placer, el alcohol, la psicología etc. pero no lo encontrarán, tal vez lo apaciguaran, pero no recibirán consolación.
Por otro lado, los creyentes sufrimos a veces igual o peor que los que no creen, pero la diferencia es que recibiremos consolación. ¿Cuándo? Jesús no nos dice, ¿Cómo? Jesús tampoco lo dice, lo único que nos da es la promesa de que lo haremos. Así que esta mañana estamos llamados a confiar en medio de la dificultad. No te quejes de lo que pasa ni reniegues de Dios en los momentos de dolor. Nunca trates de decirle a Dios como debe solucionar los problemas o llegues a pensar que ya no puedes más. Solo confía en medio de la dificultad, y a la final te darás cuenta de por lo menos dos cosas:
1) Que puedes aguantar más de lo que en verdad pensabas,
2) Que bien llevada, cada dificultad es un escalón más que te acerca más a Dios.
Así que no es tiempo de renegar, es tiempo de confiar. Recuerda que algunas veces Dios nos hace caer de espaldas, para darnos la oportunidad de ver hacia arriba. Dios no nos promete una vida sin sufrimientos, de hecho nos advierte bien que vamos a sufrir. Dios no nos ha prometido un camino de rosas, sino un camino de rosas con espinos. Sin embargo, también nos ha prometido que cuando caminemos por esos espinos, él nos dará la fuerza para pasar por ellos, y no solo eso, sino también que al final de este camino, hay consolación.