Efesios 1.11–12 11 En [Cristo] asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados…a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.
Desde la caída de Adán y Eva hemos perdido el propósito principal de nuestras vidas y desde entonces hemos tratado de responder a la pregunta ¿Qué hacemos aquí? de diferentes maneras. Algunos tienen un propósito puramente sexual, “Estoy aquí para procrearme y reproducirme.” Otros por su parte juegan a ser súper héroes “Estoy aquí para hacer el bien.” Para algunos su propósito en este mundo es más militar “Estoy aquí para cumplir una misión,” y finalmente otros, responden a esta pregunta como buenos samaritanos, “Estoy aquí para servir a los demás.” ¿Qué respuesta tienes tú?
La Biblia por su parte nos enseña que Dios nos creó con tan solo un propósito, y que de este se desprenden todos los demás, y hasta que no entendamos y encontremos este propósito principal, todos los demás nunca llenarán nuestra alma ni nos dejarán satisfechos. ¿Cuál es entonces nuestro propósito? Simplemente, glorificar a Dios. Y hasta que no hagamos eso, seguiremos perdidos y tratando de darle sentido y llenando nuestra vida con pequeños propósitos. La palabra glorificar tiene la idea de grandeza, esplendor, excelencia, magnificencia, señorío, honra, honor, alabanza, y resplandor. Darle la gloria a Dios significa entonces, que como cristiano, todo lo que hago en mi vida debe reflejar estas características, el trabajo más sencillo, así también como el más elaborado, mi enfermedad así también como mi salud, mi pobreza y mi riqueza, mi vida familiar y mi vida social, etc.
¿Cuál es el propósito de tu vida? Es bueno ayudar en la vida y ser buen samaritano, pero esto no va a tener verdadero sentido ni realización en mi propia vida hasta que no sea incentivado y estimulado primero, por mi deseo de glorificar a Dios. Como creyente ese es mi propósito, y ese es mi destino, para eso fui creado y mi alma no estará satisfecha hasta que no lo haga todo para Él.
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