“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11.29)
¿Qué tan cansada esta tú alma? Cuando la mayoría de nosotros escucha la palabra descanso se imagina inactividad, sentado en algún lado, tal vez en la playa admirando el océano y disfrutando del sol. Sin embargo, para Jesús, el verdadero descanso no envuelve inactividad, sino más bien, cambio de actividad. Lo importante en esta vida es entender que al igual que nuestro cuerpo se cansa, nuestra alma lo hace también, y si no descansamos, en algún momento vamos a colapsar. Jesús sabe muy bien esto, y por lo tanto nos da la salida al problema del alma cansada, él dice, “todo lo que el alma necesita para descansar es un nuevo yugo, el mío.” El yugo del mundo causa almas, estresadas, sin consuelo, y sin esperanza. Con el yugo del mundo, no importan donde estemos, en la playa o en la oficina, el alma siempre estará atormentada.
Por otro lado, tal vez pensemos que cargar un nuevo yugo tampoco es muy buena idea, sin embargo, una vez que lo hagamos, pronto nos daremos cuenta que Jesús tenía razón. Recuerda, “hay pesos que nos atrofian el vuelo y hay pesos que nos permiten volar; si las alas del avión real fueran de papel, no podría un avión permanecer en el aire. Al principio, el yugo y la carga que Cristo nos da, nos pueden parecer un poco pesadas, pero una vez que tomemos vuelo, ni siquiera notaremos su peso.”
Tomar el yugo de Jesús es venir a él y cargar sobre nuestros hombros, sus consejos, sus advertencias, sus promesas y su salvación. Como buen maestro carpintero Jesús ha diseñado un yugo que nos queda perfecto, es cómodo y trae descanso a nuestra alma atareada. ¿Qué tan cansada esta tú alma? Tal vez es hora de darle descanso, el cual empieza con la salvación y continua mientras caminamos en sus preceptos.
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