“Porque somos hechura (ποίημα) suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2.10)
Vivimos en un tiempo en el que nos hemos obsecionado con nuestra apariencia estética. La gente gasta millones de dólares alrededor del mundo en cirugías, cremas, tratamientos, psicólogos y demás, para poder “crear” una imagen diferente a la que vemos en el espejo. Si tan solo entendiéramos que el problema del mundo no está en nuestra cara o nuestro cuerpo, sino en el corazón. En un corazón sin identidad propia, un corazón que toma prestada identidad de aquí y de allá, de las modas, de la gente, de las revistas, de los actores etc. pero que nunca sacia su anhelo de obtener identidad propia.
La Biblia por su lado nos dice que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, y el apóstol Pablo en Efesios 2:10 nos dice que somos “hechura” de Dios. La palabra hechura viene de la palabra griega ποίημα (poiema) de donde nosotros sacamos la palabra poema, lo cual nos dice que cada uno de nosotros somos el poema de Dios. Piensa en esto la próxima vez que quieras ajustarte al estándar de belleza del mundo, lo cual de hecho es una tarea imposible porque está cambiando todo el tiempo.
¡Recuerda! sin importar lo que la sociedad me diga. Sin importar lo que las revistas me muestren, hoy y aquí, eres el poema de Dios. Eres un diseño pensado y moldeado a la imagen y semejanza de Dios, eres alguien que para Dios nunca va a pasar de moda. Y mejor aún, somos el poema escrito por la misma mano de Dios, y si de algo puedes estar seguro el día de hoy, es que Dios no escribe poemas feos, el mundo sí, pero no Dios. La verdadera identidad no es producto de la moda de turno, sino de saber la verdad, y la verdad es que somos el poema de Dios.
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