El 31 de Octubre de 1517 da inicio al movimiento conocido en la historia como: “La Reforma protestante”, movimiento que hace resurgir la gracia de Dios, ya que en ese entonces la humanidad estaba sumida en la oscuridad por cuanto, por medio de la iglesia únicamente conocían a un Dios “justiciero”, listo a condenar al hombre pecador porque nadie podía alcanzar la medida de justicia que se necesitaba para ser salvo. Es por esto, que en el tiempo de la Reforma muchos textos de las escrituras como el siguiente salen a la luz dando esperanza a los hombres.
“Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros,…” (Ro.8:3,4)
Lo que este texto nos dice es que ley de Dios es perfecta, pero debido a la naturaleza pecadora del hombre, ésta, es incapaz de perfeccionarnos. Y es por esta causa que es imposible ser salvos por medio de la ley, sin embargo Dios ideo y planificó el medio para que nos presentemos delante de Él con limpia conciencia; y ese medio es Su Hijo Jesucristo, quien tomo la semejanza de hombre pecador, para recibir la condenación en su cuerpo por todos los hombres.
La noción de que el amor de Dios llegue hasta nosotros sin costo alguno de nuestra parte, sin condiciones, va en contra de todos los instintos de la humanidad. Por ejemplo: El sendero óctuple budista, la doctrina hindú del karma, el pacto judío y el código legal islámico ofrecen todos ellos una manera de ganarse la salvación; pero, sólo el cristianismo se atreve a ofrecer el amor de Dios incondicionalmente.
Es por esto que el apóstol Pablo nos dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (Ef.2:8,9)