El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. (Mat. 24:35)
La Reforma saco a la luz la autoridad de la palabra de Dios sobre cualquier autoridad humana.
La Reforma saco a la luz la autoridad de la palabra de Dios sobre cualquier autoridad humana, es por esto que Lutero afirmó que: “Un simple laico fundamentado en las escrituras debe ser considerado por encima del Papa o de un concilio, si estos no se encuentran fundamentados en ella”. La palabra de Dios por siempre ha sido la autoridad suprema en materia de vida y fe, como en ella misma se afirma: “toda la escritura es inspirada por Dios…”. Esta inspiración ha sido confrontada por todas la edades, sin que se haya podido menguar su autoridad.
También en estos tiempos posmodernos ha sido sometida a prueba la autenticidad de las Escrituras. La pregunta que ha surgido es: ¿Son registros auténticos e históricamente confiables? Entonces para despejar esto, la historicidad científica ha sometido a prueba los documentos antiguos planteando tres preguntas: ¿Cuántos manuscritos se han encontrado?, ¿Cuán tempranos son los manuscritos? Y ¿Con cuánta precisión fueron copiados?
En cuanto a la primera pregunta se encuentra que la mayor parte de las obras de la antigüedad apenas tienen un numero de copias que no superan los dos dígitos, por ejemplo: De la “Guerra de las Galias” de Cesar, se han encontrado 10 manuscritos, 7 de las “Tetralogias” de Platón. Y así de otros autores. Un ejemplo excepcional es la “Ilíada” de Homero que cuenta con 643 copias manuscritas existentes. Sin embargo frente a esto se destaca la realidad del Nuevo Testamento con 18,000 manuscritos.
Frente a la segunda pregunta de: ¿Cuán cerca de los escritos originales son las copias encontradas por los arqueólogos?, podemos citar como ejemplo que el papiro designado por los académicos como P52, que es un fragmento que contiene unos pocos versículos del Evangelio de Juan, fue encontrado aproximadamente en el año 125 d.C. es decir, solo unos 35 años después de que el apóstol Juan escribió el original.
Es por esto que podemos decir que la fe cristiana está basada en un gran fundamento, fuerte y firme.