“Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.” (Dn.2:20,21)
En la Biblia se ve con toda claridad que es Dios el que pone o quita a los gobiernos de la tierra, mostrándose que El tiene la soberanía absoluta, aunque nosotros pensemos que somos los protagonistas de los cambios de gobierno.
El refrán que dice: “cada pueblo tiene el gobierno que merece” refleja plenamente la realidad de la historia de los pueblos, porque es Dios que da lo que cada pueblo merece. En verdad la historia siempre ha estado y estará en las manos de Dios como vemos en el libro de Apocalipsis cuando durante la adoración celestial a Cristo (El Cordero), éste toma de la mano derecha del Padre el libro de la historia de la humanidad para desarrollarla al abrir sus sellos: “Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero;… diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación.” (Ap.5:7-9)
Por otro lado, vemos en la historia que por la misericordia de Dios a las naciones, El remueve a sus gobernantes como se ve en el de libro de Daniel, quien servía en el tiempo del Rey Nabucodonosor en Babilonia y quién reveló la caída del trono tanto de su padre como de su hijo como lo vemos en el siguiente texto: “Mas cuando su corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino, y despojado de su gloria.”(Dn.5:20)