Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón.
Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿Por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús,…6 Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha dado completa sanidad en presencia de todos vosotros. (Hechos 3:11-13,16)
Lo que el papa Francisco saco a la luz es la profunda necesidad que tiene el pueblo ecuatoriano de Dios, y esta necesidad lo pudimos ver al contemplar a la gente pernoctando toda una noche para recibir el mensaje del papa, y otros de pie en la plaza grande esperando hasta 15 horas con tal de escuchar su mensaje. El testimonio de una mujer que regreso de Guayaquil fue así: “No le puedo explicar con palabras lo que sentí cuando el papa pasó a unos dos metros de donde yo estaba”. Esta actitud de la gente nos muestra, lo necesitada que esta de Dios.
En este texto de Hechos de los Apóstoles encontramos a Pedro y Juan después de haber sanado a un cojo de nacimiento, corrigiendo al pueblo a no poner los ojos en ellos, sino en el autor del milagro que es Jesús (Dios), cuando les dicen al pueblo: “¿Por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?” Pedro y Juan perciben el desconocimiento que el pueblo tiene de Dios y por lo tanto se apresuran a darles a conocer cómo pueden experimentar la cercanía de Dios, y como pueden experimentar su poder. Nosotros también como iglesia ecuatoriana miremos a través de esta experiencia la necesidad profunda que la gente tiene de Dios y actuemos con prontitud en trasmitirles el mensaje de salvación.