Muchos hombres se avergüenzan de sus padres. “Eres como tu padre”, es uno de los muchos dardos que una madre amargada dispara sobre su hijo. La mayoría de los hombres intentan con tenacidad no llegar a ser como sus padres. Pero ¿De quién adquirirán estos hombres su sensación de fortaleza?
Si un hombre es la imagen de Dios, ¿Cómo es posible que haya tantas mujeres solas, tantos hijos sin padres? ¿Por qué el mundo parece estar lleno de “caricaturas” de masculinidad? Ahí está el sujeto que vive al frente de nuestra casa. Pasa todo su fin de semana frente al televisor viendo deportes, mientras sus hijos juegan afuera… sin él. Y el individuo de la otra calle, que corre motocicletas, conduce una enorme camioneta y ama esto más que a sus hijos.
Un hombre de verdad es en primer lugar valiente, ya que no rehúye las batallas que debe enfrentar a cada paso en este mundo. No rehúye a ser el proveedor material, emocional y espiritual del hogar. No rehúye a enfrentar los problemas conyugales aunque parezcan imposibles. Un padre valiente enfrenta con tenacidad y paciencia los problemas que traen sus hijos. Y esto porque sabe que el corazón que Dios nos ha dado a los hombres es un corazón dispuesto para la lucha y el sacrificio, tal como es el corazón de Él.
Un hombre de verdad está construido para llevar a cabo grandes aventuras en donde está incluido el riesgo. No teme tomar decisiones para salir del sistema con tal de llevar a su familia a experimentar lo que es la libertad. Y un hombre de verdad no desperdicia su “energía sexual” en aventuras y pornografía, porque pone en juego su corazón conquistador hasta llevarle a su esposa a ser la fuente de su deleite.
Entonces un hombre de verdad, sino a tenido un padre de estas características, debe buscar su fortaleza en Dios, porque El es en primer lugar Padre, y un padre que es guerrero y apasionado de corazón.