Para responder esta pregunta debemos comenzar primeramente diciendo que Dios nos creó a su imagen para que seamos santos y vivamos bajo sus mandamientos, para ello nos dio libertad de hacer nuestras propias elecciones morales.
La raza humana abrió las puertas a la maldad por medio del pecado, cada hombre abre las puertas a la maldad a través de las decisiones morales que toma (elecciones entre el bien y el mal).
Sin embargo en la actualidad, se ha desechado la perspectiva bíblica del pecado, afirmando que el hombre es el resultado de la evolución natural, y que por lo tanto es bueno por naturaleza.
Según esta creencia, la naturaleza buena del ser humano surge en las condiciones sociales correctas. Desde entonces se ha buscado explicar el pecado como resultado de la ignorancia, pobreza y demás condiciones sociales negativas. Visto de esta manera, las malas acciones en la naturaleza humana no son resultado de la corrupción moral sino respuestas aprehendidas en el medio en el que se desenvuelve, por lo tanto la respuesta a la maldad esta en ajustar bien las condiciones sociales. Este enfoque rechaza la justicia tradicional basada en la ley de Dios, y reduce a la ley a un conjunto de políticas sociales y económicas que aparentemente funcionan de modo óptimo. Entonces en vez de tratar a los seres humanos como agentes morales con deberes y responsabilidades, se les trata a los seres humanos como objetos a ser moldeados y manipulados. Con esta perspectiva se aumenta el control del gobierno, mientras que gradualmente se agota en los ciudadanos la responsabilidad moral, la iniciativa económica y la prudencia personal.
Cuando cerramos los ojos a la capacidad humana para el mal, no estamos construyendo los límites morales, que son necesarios para protegernos de esa maldad. Por lo tanto debemos afirmar categóricamente que La causa de la maldad en el mundo no es la pobreza, ni el racismo, ni las condiciones económicas o sociales. La causa del mal es: el pecado