Varón y hembra los creó. (Primera parte)

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“ Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó.”

La intención de Dios fue, es y será dar a la vida plena satisfacción y deleite. Al crear varón y hembra, Dios lleno la vida de plenitud por cuanto la masculinidad y la feminidad otorgan a la vida la seguridad de la identidad, y un sentido de gran valor.

En este artículo comenzaré enfatizando el disfrute de la masculinidad. Desde los orígenes de la humanidad en cada niño ha palpitado el sentimiento de ser un hombre, por ejemplo en el corazón de todo niño está el anhelo de “ser peligrosos”, y de pelear con una espada, y esto es porque Dios diseño el corazón masculino con el deseo ferviente de hacer de la vida una aventura con riesgos, de pelear una batalla, y de rescatar una princesa.

La mayoría de las culturas en el mundo han tenido costumbres y ceremonias para marcar el paso desde la niñez a la adultez, para dejar sentado en el corazón, de que ya no son más niños, sino que se han convertido en hombres. Por ejemplo en ciertas culturas africanas toda la comunidad celebraba cuando un adolecente cazaba un animal salvaje por su propia pericia, dándoles a entender de esta manera que ya no son más niños. En nuestro medio también en el pasado se bendecía la masculinidad con mayor frecuencia, cuando después de los desafíos dados por sus padres como: cuidar solos del establo por la noche, o cuidar de sus hermanos en circunstancias difíciles, recibían las palabras de: “Hijo estoy muy orgulloso de ti” o, “veo que estas completamente equipado para ser un hombre de Dios”.

Hoy al ser una sociedad mayormente citadina, donde la mayoría de familias no tienen oportunidades para enseñarles a trabajar especialmente a los varones y darles los desafíos que su hombría natural demanda, debemos como padres, dejando cualquier cosa buscar los espacios para que nuestros hijos puedan disfrutar de su masculinidad.