En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles. Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan. Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro…Y habiéndole tomado preso, le puso en la cárcel, entregándole a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que le custodiasen; y se proponía sacarle al pueblo después de la pascua… Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel. Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto… ( Hech. 12: 1-7)
El apóstol Pedro, quien es uno de los protagonistas de este pasaje dista mucho del Pedro que era antes de la resurrección del Señor, porque antes hablaba mucho, pero a la hora de la prueba no tenía, ni la firmeza ni el coraje para resistir, como cuando dijo: “Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré…” Pero, unas horas más tarde lo negó.
Sin embargo después de la resurrección, El Señor se le aparece y Pedro empieza a cambiar diametralmente, a tal punto que ahora habla sin temor a las multitudes, aunque eso signifique que le denuncien a las autoridades; como así lo hicieron y fue a parar en la cárcel, más que una vez.
Pero en esta ocasión, (la del texto que precede) es aun más evidente su cambio, por cuanto Herodes ya ha ejecuto a Jacobo y ahora se proponía ejecutarle a Pedro, y como vemos en el texto, el ángel de Dios tiene que despertarlo para sacarlo de la cárcel, y la pregunta que surge inmediatamente es: ¿Cómo puede alguien dormir sabiendo que va a ser ejecutado al día siguiente? Y la contundente respuesta es: solo alguien que ha palpado la victoria de la vida sobre la muerte.