Si como hombre batallé en Éfeso contra fieras, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos. (1Cor. 15:32)
Lo que es peor que la muerte, es la vida sin propósito. La lucha del apóstol Pablo expresado en este texto, tiene el propósito de alcanzar la vida de plenitud que Dios saco a la luz a través de Jesucristo para la humanidad.
Somos seres del tiempo designados para la eternidad, y nuestra antropología nos muestra esta realidad, al revelarnos que cada ser humano está dotado de eternidad, moralidad y libertad; junto con las características únicas e incambiables que cada ser humano tiene para alcanzar metas únicas y grandiosas.
Un artista que ha invertido talento y tiempo en su pintura, no la destruye después de haberla mostrado en la primera exposición, sino que la conserva para que ésta perdure y traiga belleza donde quiera que esté expuesta. De igual manera Dios nos diseñó como la cúspide de la creación con la finalidad de que cada vida llegue a ser la expresión de su belleza poder y santidad, aquí en esta tierra y por la eternidad.
Pero las ideas tienen consecuencias, por lo tanto, si pensamos que hemos sido diseñados para vivir aproximadamente 70 años, y luego regresamos a la nada; la vida estará caracterizada por un materialismo exagerado y un hedonismo sin límites. Pero al contrario, si creemos que somos seres con eternidad, viviremos aquí como en la antesala de la eternidad, y la vida estará caracterizada por la belleza, la pureza y la búsqueda de las prioridades sobre las conveniencias. De igual manera si creemos que la moralidad nos es intrínseca al ser humano, y no una serie de convencionalismos sociales, entonces no nos dejaremos llevar por nuestros deseos hasta ser esclavos de los mismos, sino al contrario edificaremos el sentido de responsabilidad en todos los actos de nuestra vida. Así mismo si creemos que fuimos diseñados con libertad, ejerceremos nuestra voluntad para tomar siempre decisiones de acuerdo con nuestra conciencia.