“Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.” (1Cor. 11:3).
Como estuvimos viendo en el artículo anterior, en el mundo entero a través de las últimas décadas (unos antes, y otros después) se ha venido combatiendo el machismo (agua sucia); y al deshacerse de este mal hemos tirado también el principio cristiano universal (bebé) del orden de Dios para la familia enunciado al principio de este articulo.
Se ha desechado este principio cuando la mujer experimentando el maltrato y el abuso ha tomado la determinación de ponerse también como cabeza, por cuanto ha interpretado que ser cabeza es ser más valiosa he importante que el hombre, cuando en verdad no se trata de importancia o de valor, sino mas bien del orden que Dios ha establecido para que el matrimonio y la sociedad funcione, como también del diseño con el que El nos hizo hombre y mujer para ser eficientes en nuestros roles. Por ejemplo el varón puede hacer lo mejor que pueda tocante al cuidado de los bebés, pero nunca llegará a hacerlo con naturalidad y eficiencia como lo hace una mujer, y de igual manera la mujer puede hacer lo mejor que pueda en lo tocante a ser cabeza, sin embargo fue diseñada para estimular sin límites al varón en la consecución de las más altas metas de la vida.
El varón fue diseñado con hombros anchos y un corazón más racional que emotivo para aguantar el peso de la responsabilidad de ser cabeza, Jesús dijo: “Esposos amen a vuestras esposas así como Cristo amo a su iglesia y se sacrifico por ella”. Un esposo que está dispuesto a sacrificarse por su esposa y por sus hijos, en otras palabras, que está dispuesto a quedarse en el barco y enfrentar las tormentas hasta las últimas consecuencias, al final ganara una esposa que le apoye sin límites, aun en las más arrojadas aventuras.