El 31 de octubre: Halloween o la Reforma.

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Un eclipse no es otra cosa que la ocultación transitoria, total o parcial, de un astro debido a la interposición de otro, y esto es lo que está pasando en nuestra América Latina en estos últimos años. El sol del poder del evangelio que resurgió a la luz el 31 de Octubre de 1517 cuando Martin Lutero comenzó la reforma de la iglesia, se ha venido eclipsando debido a que la sociedad occidental ha puesto en alto la fiesta de Halloween, la misma que no es otra que la antigua fiesta pagana Céltica, en la que se honraba con sacrificios al dios de la muerte (Satanás)

Pero a pesar de esto, nosotros (la iglesia evangélica) seguimos celebrando lo que sucedió el 31 de octubre de 1517, cuando el monje agustino Martín Lutero, clavó las 95 tesis  en la puerta de la iglesia del Castillo de Wittenberg (Alemania) con la intención de corregir los abusos que se estaban dando por parte de la iglesia al tergiversar la verdad bíblica. Estas tesis principalmente atacaban la venta de indulgencias, las mismas que otorgaban un falso sentimiento de seguridad que impedían que la gente se salve.

Para descubrir la seguridad de la salvación Martin Lutero tuvo una gran peregrinación. Primeramente con toda diligencia uso todos los recursos que ofrecía la iglesia para tranquilizar la angustia de su alma. Probó el camino de las buenas obras, y descubrió que nunca podría hacer lo suficiente para salvarse; luego probó la confesión, llegando al punto de confesarse varias veces durante el día, pero tampoco le proveyó la paz que buscaba. Sin embargo más tarde, al tomar el desafío de ser profesor de Biblia de la naciente universidad de Wittenberg, y estudiando el salmo 22, se topó con el versículo  que fue exclamado por Cristo al expirar en la cruz: “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has desamparado?”, a lo que se preguntó: ¿Por qué el Santo Hijo de Dios estaba desamparado de Su Padre?

La respuesta le vino, y la misma alumbro todo su ser. Jesucristo que no tenía pecado, tomó sobre si voluntariamente el pecado de toda la humanidad, hasta el punto de ser separado de Su Padre. Esta nueva visión de Cristo quitó toda la angustia de su alma, y tomo la firme decisión de defender la salvación realizada por Jesucristo en favor de la humanidad.