Salvados por una Justicia ajena

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Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. (2Cor. 5:21)

 

En este texto vemos que el Hijo de Dios rindió una obediencia completa a la santa ley de Dios (Al que no conoció pecado), luego se presentó cargado de pecado ante el tribunal de Su Padre Celestial, como que El mismo hubiera cometido todo el pecado de la raza humana (Por nosotros lo hizo pecado). ¡Qué amor el que movió a Cristo para asumir nuestra deuda en toda su vasta extensión! Lutero lo analizó de esta manera:

“Viéndonos oprimidos y abrumados con la maldición de la ley (porque maldito es aquel que no permanece en toda la ley), y retenidos así debajo de la misma a tal grado que nunca habríamos podido librarnos de ella por nuestra propia fuerza, nuestro muy misericordioso Padre envió a su Hijo al mundo y coloco sobre él los pecados de todos los hombres, diciéndole:  ‘Sé tú Pedro, el negador; Pablo aquel perseguidor, blasfemo y cruel opresor; David el adúltero; aquel pecador que comió de la fruta en el paraíso; el ladrón que colgó sobre la cruz; en fin, sé tú la persona que ha cometido los pecados de todos los hombres; por consiguiente, asegúrate de que pagues y des satisfacción por todos ellos.’ Entonces viene la ley y dice: ‘Le encuentro pecador. Interpreto que ha tomado sobre sí los pecados de todos los hombres; y no veo pecado, sino sobre él. Por lo tanto: ¡Que muera sobre la cruz!’  Y así, se inclina sobre él y le mata. Por este medio, el mundo entero queda limpio de todos los pecados, y también librado de la muerte y de todos los males. Ahora, estando abolidos el pecado y la muerte, Dios no vería nada más en el mundo sino una mera limpieza y justicia, especialmente si todos creyeran”.

De esta manera Dios efectuó nuestra completa salvación, colocando nuestros pecados sobre Cristo, y castigándolos en él, como Pablo lo declara en Ro. 4:25 “Cristo fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación”, lo cual significa que la resurrección de Jesucristo de entre los muertos fue la demostración de que Dios había perdonado a todos los hombres. _ (F)