La verdadera autoestima.

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Sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a
Dios iba,   se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla…. comenzó a lavar los pies de
los discípulos…(Jn.13:3-5)

Vivimos en un mundo en donde el valor de una persona esta medida por lo que
tiene y por lo que hace, mas no por lo que es en sí misma. El valor de las
personas se encuentra mayormente en su condición social como el apellido, la
economía, los títulos académicos, las capacidades personales (deportivas,
artísticas), etc. Un ejemplo contemporáneo de esto es la desesperada carrera por
obtener títulos académicos, sin contemplar los altos costos como el de
abandonar a la familia, entrar en deudas exageradas, y más aun sin ni siquiera
contemplar el desarrollo de las habilidades con las cuales Dios les ha dotado.
Antiguamente se tenía más claro que cada niño(a) que nacía era en primer
lugar una criatura de Dios, que pertenecía a una familia y que tenía un futuro;
es decir un propósito por el cual estaba en este mundo. Al desarrollarse el
niño(a) en un ambiente familiar de estas características sabía que su valor
estaba en sí mismo, por cuanto era amado por ser una criatura de Dios, y la
familia le daba un sentido de pertenencia, como también le ayudaba a
desarrollar el potencial con el que Dios le habia dotado.
En el pasaje citado al comenzar este artículo vemos a Jesús que podía hacer las
tareas más humildes con toda naturalidad por cuanto El sabía quien era, Tenia
la seguridad que era el hijo amado de quien su padre estaba siempre complacido.
En verdad nadie que no se ha desarrollado en un ambiente de amor y de
aceptación puede llegar a tener seguridad de su valor propio. Sin embargo si
usted no se ha desarrollado en un ambiente así, tiene la posibilidad de cambiar
esa historia conociendo y recibiendo el gran amor de Dios, por lo tanto es
urgente que dejando de todo se dedique a investigar a cerca de este gran amor. –
(F)